domingo, 17 de abril de 2016

La hija del infierno -Cap. 03-

-Levantate niña, que es tarde- me desperto la vieja gritando
-Pero aún no amanece- le dije quitando la ropa que me habia arrojado encima -No, pero ya es tarde, apurate- salio la mujer de la habitación.

Salimos de la casa y el perro nos seguía, detrás nuestro, como si nos cuidará la espalda, la niebla caía lentamente, la mujer me dio una cobija y me cubri con ella, hacía frio, y comenzamos a caminar, salimos despacio y nos adentramos en el bosque de nuevo. Ella iba al frente, tomando un cayado como para asegurar sus paso, su paso era firme entre los arbustos y los arboles gigantes, con su otra mano llevaba una antorcha para alumbrarnos. De repente, entre la maleza se comenzaban a escuchar sonidos, me acerque a ella despacio y le susurre al oído -Vieja, ¿escuchas eso?- mientras volteaba a mi alrededor -Callate y avanza- dijo ella sin detenerse.

-Cratos- Grito la vieja de repente y el perro se avalanzo sobre algo que parecía que nos iba a investir
-Corre niña, corre sin detenerte- dijo ella mientras me miraba con desafio tomando mi muñeca -Corre y no te detengas, corre hacía el frente-
No pregunte y comencé a correr, la manta cayo de repente pero no me importo, algo me perseguia, seguía de cerca mis pasos, y no sabía lo que pasaba, mis piernas comenzaban a arder, no podía más, hasta que me caí, mis pulmones no cogían el aire suficiente, y mi corazón palpitaba demasiado, me levanté un poco y mire a mi alrdedor, ahí estaban, eso que nos perseguía, estaba al asecho, de repente, Cratos aparecío y detuvo a lo que venía por mi, me quedé en el suelo, cuando la vieja aparecio:
-¿Qué es lo que buscas Serdan? Aquí no hay nada para ti- dijo la vieja volteando hacía la nada.
-La necesito a ella- Dijo una voz oscuro pero con un tono femenino -Ella es la última del clan, ya sé a donde la llevarás, pero él no te podrá ayudar, él no la defendera, a él no le importa nada que no sea él mismo, porqué no me la entregas mujer- y a lo lejos aparecio una sombra, subierta por una tunica, una mujer de cabello rubio y piel blanca se dejaba ver.
-Alejate Serdan, vete al infierno de donde has salido- la otra mujer solamente sonrío
-Esta bien vieja amargada, me iré, pero tu perra no se salvará de ser mi esclava- y de repente desaparecio entre las sombras.
-Levantate, tenemos aún que caminar- comenzó a caminar y me pare frente a ella
-Dime que fue eso, ¿Quién era ésa mujer? Dime algo- me aparto del camino con el cayado
-Te lo diré al llegar- y se siguio.

Caminamos varias horas, ya todo estaba más claro, aunque el lugar seguía siendo lugubre, hasta que se comenzó a avistar, la orilla del bosque, y ahí entre barrancos estaba una fortaleza, escondida entre las montañas como si flotará entre las canteras blancas y las sombras. La vieja abrio una de las puertas y entramos, el lugar estaba deteriorado, parecía desabitado, hasta que un hombre aparecio, su piel era blanca como la nieve, el cabello negro le llegaba a los hombros, lacio y grueso, con una mirada profunda...

- Matilde... te olí desde hace unas horas...- Le decía mientras me miraba de reojo
-Lo sé, sabía que me reconocerías pronto- Dijo ella mientras lo saludaba y besaba su mano
-Que bello especimen, ¿donde la encontraste?- Dijo el hombre mientras se acercaba a mi despacio
-Ella es la última... llego a mi por casualidad- el hombre me miro fijamente
-No temas- Dijo él -Yo no te haré daño, ya estas segura- y comenzo a caminar, hacia una pequeña puerta a un lado de las puertas gigantescas de la entrada... Realmente no sabía lo que me esperaba ahí.

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